Niñez y adolescencia, menopausia y vejez

Si cada persona tiene unas características físicas distintas  (peso, talla, complexión, actividad física, edad…, además de las culturales) podemos entender que las necesidades energéticas y los requerimientos nutricionales son distintos para cada persona y grupo de edad.

Es por tanto necesario adaptar nuestra alimentación a cada una de estas situaciones, además de promover hábitos dietéticos saludables, haciendo de este modo hincapié siempre en aquellos nutrientes que puedan ser más demandados en cada etapa de la vida.  Con ello podemos conseguir en cada caso evitar posibles enfermedades que puedan surgir en el futuro por no haber tomado sencillas medidas en el presente.

Desde el nacimiento de un bebé hasta la vejez, la persona evoluciona en distintas fases en la vida por las que la demanda de nutrientes es distinta.  Desde que un bebé es alimentado exclusivamente de leche materna y progresivamente se van introduciendo los alimentos sólidos, hasta que para el anciano las necesidades energéticas van decreciendo a medida que su gasto energético también disminuye.